Con el término “Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII)” se conoce a un grupo de enfermedades crónicas que se caracterizan por presentar un proceso inflamatorio a nivel intestinal.
Actualmente se considera que la EII se produce por una alteración en el sistema inmune del paciente, es decir, las defensas del sujeto atacan a su propio tubo digestivo, inducido esto por una predisposición genética y por la posible influencia de un agente externo, como el tabaco, algún tipo de dieta, agente infeccioso, etc.
La enfermedad cursa por brotes y en algunos casos, esta reagudización del proceso requiere hospitalización.
Su incidencia está aumentando en los países Occidentales de forma importante y, especialmente, entre la población más joven.
Los síntomas son muy variados y dependen de la afectación y de la localización dentro del tubo digestivo. A modo de resumen, se puede decir que los pacientes con EII cursan con diarreas, a veces con sangre, moco o pus y dolor abdominal acompañado de fiebre en algunos casos. Según la tipología de la enfermedad pueden aparecer cuadros obstructivos y fístulas de diferente origen. Puede tener manifestaciones asociadas a otros niveles del organismo, como son dolores en las articulaciones o problemas oculares, entre los más frecuentes.
El diagnóstico se suele realizar a través de una colonoscopia, que consiste en introducir un endoscopio por el ano, que lleva incorporada una cámara y una luz y que permite ver la mucosa del colon. Mediante esta técnica se pueden tomar muestras de esta mucosa, que posteriormente se analizan al microscopio, dándonos el diagnóstico. En otras ocasiones se deben realizar más pruebas que permitan orientar el diagnóstico.
Con respecto al tratamiento de la Enfermedad Inflamatoria Intestinal podemos decir que hoy en día, se dispone de un arsenal terapéutico muy importante y que es capaz de controlar la enfermedad en un amplio tanto por ciento de los casos. Debido a la cronicidad y a su curso por brotes, es una patología muy insidiosa, que requiere un control muy estricto por parte del especialista en Digestivo y por parte del paciente, que debe ser consciente de su enfermedad para que, a través de la medicación, sea capaz de minimizarla y que le afecte lo menos posible en su vida diaria.